El solar elegido para construir el futuro CFMPB se sitúa en plena zona portuaria de Burela, en contacto con el medio en el que desarrollarán su actividad aquellos que allí estudien.
Lejos de la imagen característica de los pequeños puertos pesqueros incrustados en el centro de los pueblos costeros del norte de la península, el de Burela, de tamaño e importancia considerables, ocupa una zona completamente plana, en parte ganada al mar, lejos del centro urbano, salpicada por edificios de aspecto industrial, gasolineras con sus correspondientes depósitos, grandes zonas de aparcamiento y pequeños talleres que dan paso a la ciudad asentada en la ladera ascendente de la montaña, mirando al mar.
Esta disposición en pendiente hacia el mar convierte al puerto en última referencia visual, en objetivo de las miradas que se dirigen desde lo alto para descubrir los secretos de las cubiertas que allá abajo se arremolinan, esa denominada «quinta fachada» que en este proyecto adquiere un protagonismo especial.
El solar es el resultado del espacio libre generado a partir del cruce de tres calles que dan lugar a una forma aproximadamente triangular suavizada en sus vértices, destinado en la actualidad a aparcamiento en superficie y ocupada una de sus esquinas por el edificio del Aula de Extensión y un pequeño patio vallado, dotaciones que en nuestra propuesta decidimos incorporar al nuevo edificio.
Solo en uno de los tres lados, en la fachada oeste, nos encontramos con un entorno medianamente consolidado, un frente continuo que se adapta al trazado de la calle en forma de estrechas viviendas de una o dos plantas y pequeños talleres de una única altura y cubierta a dos aguas que se adosan unos a otros.
Al otro lado de la calle situada en el lado norte de la parcela se levanta el muro de la escollera del puerto, que impide la visión directa del mar desde el terreno. Solo si nos elevamos una planta podremos divisar el excitado Mar Cantábrico, siempre presente con su sonido y olor.
El tercer frente de la parcela se abre a las instalaciones del puerto, un entorno heterogéneo y disgregado carente de interés.
«No entiendo por arquitectura ni diseño, ni construcción, ni forma, sino amparo y estimulo, comprensión y cariño hacia las actividades humanas, consciente y discretamente propuestos desde la determinación de la forma de un ambiente, de un espacio.»
J. Quetglas, Enunciar el proyecto. UIMP Santander, Julio 1.995
Es precisamente la forma y circunstancias que rodean al solar, junto con el análisis y cumplimiento del programa solicitado, los aspectos determinantes que dirigen nuestras decisiones iniciales: nos movemos entre la precisión funcional detallada en el pliego de condiciones y la irregularidad del suelo surgido entre calles. Por un lado los usos del edificio solicitan espacios bien proporcionados y modulados, preferentemente anclados al suelo (principalmente talleres con maquinaria pesada y zonas de cultivo), de superficies concretas que tratamos de disponer ocupando la totalidad de la parcela para conseguir la horizontalidad que conlleva accesibilidad y adaptación a la escala del entorno. Buscamos un edificio extendido sobre el terreno que ofrece su cubierta a las miradas que vienen de lo alto. Sin embargo son necesarias dos plantas para absorber todo el programa, por lo que situaremos en la alta las aulas liberando la baja para los talleres.
Decidimos distribuir los diferentes usos en espacios de planta regular, que consideramos la más adecuada y flexible para este tipo de funciones, organizándolos dentro del solar atendiendo a criterios de adaptación y dialogo con los limites (conservando un retranqueo mínimo de 3 m), adecuación a la escala de las edificaciones próximas, situación del acceso (que relacionamos con la calle mas consolidada, en la fachada oeste), y orientación ligada a las necesidades de luz y el aporte o protección energética de las estancias interiores.
Los cinco volúmenes regulares resultantes que contienen las funciones básicas exigidas, a las que como ya comentamos decidimos incorporar el Aula de Extensión existente dotándole de un acceso independiente pero manteniendo la comunicación interior que permita el funcionamiento conjunto en el futuro, se unen mediante los espacios destinados a las circulaciones, que absorben las irregularidades de la disposición de las piezas motivada por la forma del solar y se adaptan-dimensionan según el flujo de usuarios hacia las diferentes zonas a las que dan servicio. Mediante dilataciones y contracciones estas áreas de circulación se convierten además en estancias abiertas de trabajo, de descanso y reunión, describiendo los limites del vacío central en el que situamos el acceso principal y utilizamos como patio de recreo. Desde este espacio protegido, en contacto con la calle, tendremos una perspectiva general del paisaje interior que nos permitirá comprender el funcionamiento del edificio, los ambientes y acontecimientos del momento.
El resultado es un edificio de múltiples caras que se cierra al contacto directo con la calle para abrirse oblicuamente en los vértices, creando zonas verdes a escala privada y multiplicando las fachadas por las que entra la luz. Una línea quebrada de disposición radial con la que responder de la misma forma ante los diferentes estímulos procedentes de un entorno heterogéneo y solucionar un interior de programa rígido y bien estructurado. Intercalamos planos de hormigón blanco de pretendida solidez acentuada mediante la rugosidad de su superficie, que conseguimos adhiriendo moldes de resinas de poliéster al encofrado (una especie de actualización del «almohadillado» ), y los contraponemos a la transparencia de los vértices liberados que acristalamos para permitir el contacto entre interior y exterior. Sobre estos testeros ciegos cuya textura se prolonga por la cubierta para dar unidad al conjunto, aplicamos el texto como «orden gigante» que adquiere escala urbana e identifica al edificio.
Nos apoyamos en la definición de la estructura para concretar lo anteriormente expuesto: utilizamos el hormigón para construir el armazón que define el suelo, el techo y los limites verticales del edificio. Elevándose ligeramente del terreno (evitamos el contacto con el sustrato rocoso) se adelanta para mostrar el acceso que conduce al patio central, se despega de la calle para delimitar sutilmente el edificio, libera las fachadas en los vértices para iluminar y ver (miradas oblicuas), envuelve el programa decidiendo su orientación y situación respecto a la calle, y libera en el interior la altura suficiente para intercalar la planta necesaria con la que completar el programa, que resolvemos mediante ligera estructura metálica de pilares circulares (que se hacen visibles al organizarse según una malla independiente de fachadas y particiones) y forjados de chapa colaborante.
Tratamos de conseguir un edificio de funcionamiento sencillo en el que el proceso constructivo este en relación directa con cada concepto del proyecto, respondiendo de una vez a la mayor cantidad de cuestiones planteadas por el entorno y el programa, utilizando el menor número de elementos posible.
Centro de Formación Marítimo Pesquera
Burela, Lugo.
Architects: idoia otegui _ PO2 Arquitectos
Client: Conselleria de Pesca e Asuntos Maritimos. Xunta de Galicia
Type: competition / 2nd prize jan 2006
Total area: 3.686,65m2
Budget: 2.764.987,50€