En el S.XIX, detrás de la Ronda (hoy calle Francisco Silvela) solo había huertas regadas por el arroyo del Abroñigal, entre ellas una muy conocida que cultivaba principalmente Guindos: “La huerta de Don Guindo” un señor que surtía a los conventos de esta fruta acida conservada en agua ardiente, para la elaboración de almibares y compotas, de ahí “la guinda del pastel”.
Hacia 1865 aprovechando el impulso del Ensanche de Madrid, pero sin estar sometidos a ninguna normativa al ser propiedad particular, los dueños de las huertas, las parcelan para empezar a construir lo que llaman pequeños “hotelitos” unifamiliares “de recreo” con jardín delantero, palomar, gallinero y huerta trasera con árboles frutales. Ya en 1882 se habla del barrio de La Guindalera.
Entre 1890 y 1929 varios empresarios crean la Colonia que llamarán “El Madrid Moderno”, el barrio más europeo de Madrid escribía el ABC en 1906. Un barrio muy peculiar, que evoca el urbanismo inglés, seguramente influenciado por ingleses que vinieron a construir el nuevo metro de Madrid. Eran viviendas muy agradables, de estilo neomudéjar “moderno” al introducir dibujos en el ladrillo y adornos modernistas de cerámica de colores y lo más característico; jardín delantero cerrado con artísticas verjas de hierro, acceso directo al sótano y entrada cubierta por balcones de madera sujetos por esbeltas columnas con capiteles de hierro fundido.
Se llegaron a construir 94 hotelitos o villas de las que quedan tan solo 12. Pero basta este ejemplo para querer evocar su historia y su espíritu en el interior de nuestro nuevo espacio, situado en el límite que separa la bulliciosa Ronda (Francisco Silvela), de La Guindalera, ese barrio con vocación de barrio pequeño y tranquilo, orgullosos de poseer una identidad y personalidad propia e independiente del distrito de Salamanca al que pertenece. Sus propietarios eran jóvenes de talante liberal, dinámicos y arriesgados en los negocios que emprendían en este barrio. Esta nueva clase emprendedora necesita un lenguaje, un estilo, que los representase, recurriendo a la alternativa clasicista con una voluntad más racional y sobria en el ensanche y la periferia, y llevada al esplendor y el lujo en los edificios representativos del centro de la ciudad, que nada tiene que envidiar a los centros históricos de otras ciudades Europeas.
Sin embrago a día de hoy, los espacios de trabajo, las oficinas, son lugares anodinos, demasiado blancos, limpios, fríos, insípidos e incoloros, no representan a nadie y menos a los jóvenes emprendedores y trabajadores de nuestra sociedad del S.XXI, que buscan la innovación y la creatividad, y no se identifican con ningún lugar, no sabes si estás trabajando en Madrid, Chicago o Kuala Lumpur. Y además ahora el espacio debe ser aséptico, esterilizado, higienizado y desinfectado.
Ante esto algunos diseñadores optan por inspirarse en otros países o culturas, o nos invitan a viajar a otros ambientes más “exóticos”. Sin embrago nosotros queremos reivindicar “lo nuestro”, nuestro barrio; La Guindalera, nuestro ambiente; lo castizo, nuestro estilo; lo clásico-tradicional, nuestra personalidad; la madrileña, chulapa, nuestra gente; maja, y nuestras costumbres; populares.
Y para ello nos inspiramos en los detalles urbanos del barrio de la Guindalera; en el ladrillo, en los colores esmaltados de los alicatados arabescos, en las rejas de hierro, en los panelados de madera, los farolillos, los buzones, las macetas, los guindos… y nos inspiramos en la estética madrileña; la tipografía de los locales, la pata de gallo, las sillas de las tabernas, los mantones de manila… y en las texturas; terracota, cerámica, terrazo… y en la toponimia y sus ambientes; la chulapa, la tertulia, el mentidero, el petimetre, la verbena, el pichi, la castiza, el barquillo… y en nuestros dichos populares; mas chulo que un ocho, el quinto pino, el rincón del gato, la marimorena, que te den morcilla, montar un poyo…
Por eso en planta baja (de 6 metros de altura!!), una zona común pensada para el encuentro, el café, la reunión y el evento, tenemos el mentidero, ese espacio donde los madrileños de la época se reunían para conversar, compartir chismorreos, practicando un primitivo “periodismo local”, lugares de encuentro para querer saber, donde se mezclaba un público muy heterogéneo y distinto entre sí y donde se intercambiaba todo tipo de información. Abundaban los intelectuales y la gente del pueblo, las clases bajas también quería participar en la vida social de la ciudad. No hablaremos aquí de la importancia de estos espacios en los centros de trabajo… En esta misma planta, tenemos las salas de formación “desaprendizaje” y “equivocación”, “el rincón de pensar”, “la Ronda” y “el Guindo”, así como el espacio de reunión Premium “La Guindalera” que da nombre al Barrio. Se caracteriza en el diseño, por el uso de la cerámica esmaltada, las rejas de hierro en las ventanas interiores de vidrio estriado, las estructuras de hierro con formas domésticas que cuelgan boca abajo desde el techo para soportar las luminarias, el suelo de madera en forma de espiga, los tejidos de pata de gallo y terciopelo, el mobiliario, las alfombras y los cojines clásicos, elegantes, cálidos y austeros, y una buena iluminación artificial. Cuando un espacio está bien iluminado, sus ocupantes se ven guapos y los espacios son más bellos, y si te ves guapo en un espacio bello, eres más feliz y más poderoso!!!.
En el resto de las plantas de oficina flexible, siempre hay espacios comunes y singulares como “el cafetín” y “la tertulia” que nos recuerdan a las tabernas con sus zócalos alicatados y panelados de madera, con sus cuatro colores básicos; amarillo, verde botella, azulón y terracota. También la fonda para comer y el office nos trasladan a los cafés madrileños. Los espacios de reunión son todos diferentes, con personalidad castiza y madrileña; “la chulapa y el Chulapo, “la castiza”, “el chotis”, “el majo y la maja”, “la marimorena”, “la verbena”. Los espacios más íntimos para skype o hablar por teléfono homenajean a nuestros personajes más singulares; “el pichi”, “D. Creique y D. Penseque”, “el petimetre”…
Y los pasillos?, hemos hecho mucho hincapié en la importancia de los pasillos, todos sabemos que no son solo espacios de comunicación, pero siguen siendo pasillos, así que hemos reforzado esa idea trasmitiendo una imagen clásica atemporal, con sus zócalos, molduras y cornisas clásicas, y ventanales de madera con palillería para observar los espacios de trabajo, pero con un tratamiento contemporáneo de los espacios y de los colores a diferentes alturas en paredes y techos. Elegancia en todo su esplendor con diseño cuidadosamente construido, sofisticado pero con un toque divertido. Además se llena de rincones y fondos de saco que dan nombre a nuestros dichos y expresiones más castizas; “más chulo que un ocho”, “el rincón del gato”, “el seta”, “el quinto pino”…
Más de 3.000 m2 de espacios innovadores que te transportan a una época; principios del S.XX y un contexto; nuestro Madrid más chulapo, para rendir homenaje a su historia, su arquitectura, sus costumbre, sus personajes, sus dichos y su estética, pero innovando con un tratamiento contemporáneo de los espacios, los materiales, el uso del color, los detalles y las soluciones constructivas. Un edificio cuyo exterior es realmente “feo” pero que conseguimos que se sienta guapo y moderno por dentro
Nuestro trabajo como arquitectos e interioristas, consiste en pensar cuales son las posibilidades que la Arquitectura tiene para hacerse relevante en la vida de sus ocupantes y ayuda a proporcionarles felicidad, bienestar, paz y tranquilidad en su vida ordinaria y extraordinaria. Es importante conseguir que los coworkers se integren en el espacio, como un elemento más, con su propia personalidad, que se sientan ellos mismos, que forman parte de las múltiples relaciones que se produzcan entre ellos y el espacio, y todo ello en continua evolución. Que se pose la belleza del paso del tiempo.
Para ello hay dos claves: 1-volver a trasmitir una imagen clásica tradicional que tuvieron los espacios de principios del siglo XX, con zócalos de madera, molduras en paredes y techos, suelos madera en espiga, grandes puertas decoradas, paramentos de cerámica esmaltada, vidrieras retroiluminadas, rejas clásicas de hierro… y 2- Con el tratamiento contemporáneo de los espacios lo conseguimos creando espacios fluidos que se relacionan entre si físicamente, visualmente y acústicamente, creando perspectivas rectas u oblicuas, mediante recorridos circulares y transversales, que influye en cómo se relacionan también las personas en esos espacios, permitiendo tanto su propia independencia y personalidad como también abrirse y conectarse con el resto de los espacios y ambientes.