Un precioso taller de sastrería situado en el interior de una finca de 1925 junto a un patio triangular, había sido primero abandonado y más tarde maltratado para especular y convertir sus 4 metros de altura en varios pisos dúplex. Para ello habían excavado el suelo del terreno, ampliado los ventanales y dividido el espacio en mini compartimentos para obtener el máximo número de viviendas y dormitorios, de una forma ilegal.
Al adquirirse por el fotógrafo CHEMA MADOZ para su nuevo estudio y almacén de todas sus piezas y objetos, nuestro principal objetivo fue el de conservar los elementos característicos y rescatar el espíritu del antiguo TALLER de costura, recuperar el espacio diáfano con la “única” ambición de servir de base para todo lo que allí pueda pasar; un telón de fondo neutro y blanco para la fotografía, un espacio abierto y libre para ser flexible y versátil, un perímetro que alberga en un nicho la mini cocina, en el fondo triangular un baño y un almacén en dos alturas y también una enorme estantería modular y transformable para contener todos los objetos de CHEMA:
“Los objetos me rodean en mi estudio, los voy almacenando. Muchas veces conservados tal y como han sido fotografiados y otras como material de trabajo reciclable. Es impresionante la carga que tienen los objetos, cómo son algo a lo que nosotros dotamos de esa capacidad evocadora. Los relacionamos con momentos de nuestra vida, con personas, con ideas. Para mí ese fue el descubrimiento a la hora de empezar a trabajar con ellos”
Las estrategias arquitectónicas han sido muy sencillas; recuperar el nivel del suelo mediante un hormigón blanco pulido que unifica todo incluido el patio e ilumina, rematar la esquina triangular para ortogonalizar el espacio y, recuperar los oficios de cerrajero y ebanista para rehabilitar los antiguos ventanales de hierro y fabricar elementos singulares de abedul como la cocina, la estantería, la celosía y la puerta gigante/telón fotográfico. También se han recuperado y reutilizado algunas piezas del taller, como las luminarias de globos de vidrio, mesas para coser o patronar, celosías de hierro de antiguas puertas y rejas.
El patio, ahora blanco y lleno de plantas ilumina, refresca y amplia el interior
Como resultado, nada. Parece que no se ha hecho nada, quizás pintar…, se ha conseguido que el tiempo no pase, que identifiquemos y reconozcamos el espacio como taller, un taller por el que pasaron muchos artesanos y que ahora otro de ellos, dedicado a la fotografía y a ejecutar con sus propias manos todos los objetos que fotografía, continuará allí su trabajo.